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Boi Neon

  • Cine
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Boi Neon
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Iremar trabaja en el tradicional rodeo del noreste de Brasil, transportando el ganado de feria en feria, al tiempo que ve cómo el país está cambiando.

De la primera película de Gabriel Mascaro, 'Vientos de agosto', me queda un recuerdo como una brisa de verano. Se ubicaba en un pueblo de Recife junto a un cementerio subacuático, donde los huesos iban como castañuelas al ritmo de las corrientes marítimas, y donde había una escena en la que una chica en bikini se untaba el cuerpo con Coca-Cola caliente para protegerse del sol. Y allí, con unas cuantas imágenes, entendí que el sutil talento de Mascaro radica en su capacidad de retirar la realidad del mundo, como quien tira del colcha que tapa el cuerpo del amante, y descubre un universo lleno de estímulos que rozan las líneas de la fantasía. 'Boi neon' es su segundo largometraje, y nos lleva a conocer una comunidad algo anclada en el tiempo, que gestiona un ruedo. Los toros salen de noche con luces fluorescentes sobre el lomo, y las mujeres se disfrazan como caballos y se dejan manipular por el arte de la doma en una barra americana. Todo les parecerá extrañamente fascinante.

 
Escrito por
Josep Lambies
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