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El segundo largo de John Michael McDonagh arranca con un golpe de efecto propio de 'thriller': un hombre amenaza de asesinar al cura que lo está confesando como venganza por los abusos sexuales que sufrió en manos de otro sacerdote. El film podría haber continuado por aquí. Pero el hecho de que el clérigo protagonista se deba figurar cuál de sus feligreses lo quiere ver muerto deviene más una excusa narrativa que un objetivo. El calvario moral que vive el padre James remite explícitamente al del 'Diario de un cura rural' que dirigió Robert Bresson a partir de la novela de Bernanos: su tormento no deriva del peligro concreto que corre su vida sino de constatar que en su parroquia ya no queda lugar para la gracia. Un planteamiento apasionante que le viene un poco gordo al director, que además opta demasiado a menudo por un registro de ironía posmoderna poco adecuada para este tema.