Cats

Aquí un poco de historia de gatitos: el megamusical de Andrew Lloyd Webber siempre fue vagamente espeluznante, incluso a los ojos de los fanáticos; es sublime o ridículo o sublimemente ridículo. Cats, la película, por su parte, durante mucho tiempo se pensó que era una cosa imposible, pero esta versión de Tom Hooper abraza la rareza, es demasiado literal para su propio bien, sin embargo, no está cerca del extraño desastre del reciente remake hiperrealista de El rey león, un documental sobre la vida salvaje. Si pudiste con los efectos especiales de Robert De Niro en El irlandés, una Judi Dench aturdida no te asustará.

A pesar de que los amantes del teatro son el público objetivo, tendrán serios problemas con esta adaptación, que asesina algunas de las canciones y rompe la ya delgada línea que descansa en la ingenuidad de Victoria (elegante bailarina inglesa, Francesca Hayward). Sobre la traba, estos gatos cantan y bailan, eso es todo lo que necesitas saber. A veces, el golpe de un artista se interpone en el camino, como cuando Rebel Wilson rueda torpemente o come cucarachas hechas digitalmente.

Pero de vez en cuando tendrás una explosión completa de Lloyd Webber y toda la tontería empresarial, aunque solo sea por un momento. Gran parte del baile aquí, especialmente el solo de tap de Steven McRae como Skimbleshanks, el gato del ferrocarril, no es capturado elegantemente por el trabajo de cámara de Christopher Ross. Cats nunca es creíble (el objetivo no es el realismo), pero tiene luces rosadas y púrpuras y sets con humo, lo que resulta en una extraña versión felina de Blade Runner. Taylor Swift no puede bailar; incluso sus fanáticos lo saben. De todos modos, ella tiene suficiente energía para controlar la pantalla como la sensual Bombalurina. Swift también hace una contribución a la partitura, el nuevo número musical que suena muy moderno, “Beautiful Ghosts”.

Hay un momento en Cats que funciona maravillosamente (siempre lo ha hecho), hablamos de “Memory”, que es una pieza de teatro elemental. Jennifer Hudson, con clase en el contexto de este conjunto, la canta al borde de las lágrimas, infundiendo una sensación de ira y años perdidos. De repente, no estás pensando en la tecnología de pelaje digital o en las letras tontas de TS Eliot, o en los gatos, y es que estos pueden fracasar, pero seguro las personas que gustan este tipo de películas, como El gran showman, lo disfrutarán.