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Clan salvaje

  • Cine
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Manges tes morts - Tu ne tueras point
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

"¿Dónde están los hombres?", grita el primogénito que acaba de salir de la cárcel, después de quince años. Es una pregunta retórica, un clamor tribal, que identifica la masculinidad con la aventura, el riesgo, el peligro, la violencia y, por qué no, la muerte. Es un grito que podríamos escuchar en el 'saloon' de un 'western' clásico o en las trincheras de una película bélica de Sam Fuller. Lo escuchamos, en 'Clan salvaje', en un descampado invadido de caravanas desvencijadas, allí donde vive un grupo de gitanos yeniches que tanto pueden consumir las horas haciendo pesas como convirtiéndose al cristianismo.

La primera parte de 'Clan salvaje' demuestra la fascinación casi etnográfica que Jean-Charles Hue tiene por esta comunidad gitana, a la que había filmado en 2010 en 'La BM du seigneur'. De la amistad con el no-actor Frédéric Dorkel y su familia surge la necesidad de grabarlos de nuevo en su mundo, y el resultado es, parcialmente, un documental sobre la versión europea de la 'white trash' estadounidense.

Cuando el filme se transforma en cine de género, pierde interés. El amateurismo de las interpretaciones se pelea con las aspiraciones de Hue de hacer una película de atracos convencional, pasada por el filtro de 'La ley de la calle' (1985). A veces, el contraste lleva implícita una verdad más estimulante que la que aparentan las imágenes: la de un pueblo que busca su identidad imitando el cine -el 'polar' francés, las 'road movies' o los 'thrillers' nocturnos de los 80- que ha calado su imaginario, algo como si el Jean Rouch que hizo 'Moi, un noir' (1958) se hubiera reencarnado en los desérticos paisajes industriales, las inquietantes rotondas y carreteras secundarias mal iluminadas del norte de Francia.

Escrito por Sergi Sánchez
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