Dos metros de esta tierra

La segunda película filmada en Palestina habla, es inevitable, del conflicto que sigue abierto, sangriento, inextinguible. Quizá porque Ahmad Natche, nacido en España, no conoció su patria hasta que cumplió 20 años, sabe abordarlo de un manera oblicua, sin victimismos, centrándose en la esperanza de un país que no pierde el ánimo, y que celebra sus rasgos culturales desde la solidaridad y el optimismo. No es que Ahmad Natche evite una mirada política, pero hace el esfuerzo de desplazar pronto su atención hacia la cotidianidad que respira y crece alrededor de la organización de un festival de música. Hay un conmovedor amateurismo en la creación de ciertas situaciones que, a veces, contagia el recital de sus no-actores, y perjudica la verosimilitud del retrato, pero es en la ingenuidad de la propuesta donde está el encanto.