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Es bien sabido que Frank Zappa decía esto de los críticos musicales: "El periodismo rock consiste en gente que no sabe escribir, entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer". Y como ya indica el lema la historia de Zappa contiene un aire violento y salvaje, acompañado de una búsqueda cerebral para encontrar la mejor vía de expresión, que hace de él un icono deseable del siglo XX. O, al menos, digno merecedor de un perfil documental como este. Construido a base de recortes de entrevistas y otras grabaciones precedentes a su muerte por cáncer en 1993, la película de Thorsten Shütte es valiente. Pero no acaba de conseguir su propósito. La decisión de evitar dar cualquier dato de contexto sobre el artista la condena a un elitismo innecesario, sólo para conocedores de la historia, y la excesiva admiración que demuestra por el personaje le resta matices. Aún así, el metraje con que trabaja es fascinante.