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Esta película es un acto de amor hacia los actores, un homenaje a su oficio, dirigido por un actor. Esto es perceptible desde el momento en que el mismo Hoffman evita integrarse en un casting eminentemente británico-ya sabemos que para los norteamericanos, los británicos son los mejores intérpretes del mundo: el epítome de lo que significa ser actor, encabezado por unos excelentes Maggie Smith, Tom Courtenay, Billy Connolly, Pauline Collins y Michael Gambon-. 'El Cuarteto', adaptación de la obra teatral de Ronald Harwood estrenada en el Albery Theatre en 1999, demuestra que Hoffman es un gran director de actores. Sabe cómo potenciar sus virtudes, esconder sus defectos y manipular su técnica para convertirla en un delicioso y ameno juego de máscaras. El director no pretende profundizar en la psique de los personajes: sólo quiere esbozar una visión del mundo agridulce a la hora de hacer frente a la vejez y la mortalidad. Pero haciéndonos reír, suspirar y, también, llorar, todo en su justa medida.