Los jóvenes de los barrios populares de Medellín tienen un particular medio de locomoción: se transportan por las calles y las pendientes de la ciudad atando sus bicicletas con un gancho a la parte trasera de autobuses y camiones. En cierto sentido, la práctica del gancho es la revancha contra el olvido social y afectivo de una generación marginal que busca con avidez sentirse viva.