Emperador

En el cine de Hollywood ha habido desde siempre una serie de filmes que de alguna manera han querido demostrar su respeto por la cultura japonesa y su dolor por lo que pasó al final de la Segunda Guerra Mundial. Son películas donde se reivindica el valor de las personas por encima de la guerra. Recuerdo 'Cartas desde Iwo Jima' (2006) de Clint Eastwood, o mucho antes 'Sayonara' (1957), de Joshua Logan. 'Emperador' pertenece a este tipo de filmes.

Basado en una novela de Shiro Okamoto, que recrea los diez días durante los cuales el General MacArthur tuvo que tomar una decisión importantísima, el film plantea un dilema moral muy serio: qué hacer con el emperador Hirohito después de la rendición de Japón? ¿Considerarlo un criminal de guerra y matarlo, o convertirlo en un aliado para la reconstrucción del país y de todo el Oriente? El film de Peter Webber se mueve entre los matices de grises, dejando que todo el peso de la narración recaiga en un hombre, el General Bonner Fellers (Matthew Fox), un personaje inteligente y amante de la cultura japonesa, empeñado en demostrar la viabilidad de la colaboración más que la pura revancha.

Dos líneas narrativas se entrecruzan constantemente. Por un lado la Historia con mayúsculas en la que Fellers debe encontrar, en una lucha contrarreloj, los argumentos necesarios para lograr una reunión entre el emperador japonés y el general americano, por el otro, la historia pequeña que lleva a Fellers a intentar averiguar qué ha pasado con Aya Shimada, una chica japonesa que conoció en EEUU y de la que perdió el rastro al comenzar la guerra. Fox da vida al personaje de Fellers con un poco de ambigüedad, mientras que Tommy Lee Jones encarna a MacArthur con su contundencia habitual.

Webber realiza un filme clásico y previsible, quizás porque es consciente de que no sólo está hablando de personajes reales, sino que está contando algo más importante, que es, en definitiva, la necesidad de tener una visión histórica más allá del beneficio político inmediato, de ser capaz de no caer en la solución fácil del momento. Una idea muy necesaria tanto en aquellos momentos como ahora.