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Se puede extraer muchas lecciones de esta excéntrica película. Una económica: es igual lo que hagan los americanos y europeos, los chinos lo harán siempre más barato (y peor). Y una moral: en determinados países, seguir las reglas no siempre es útil, transgredir las normas seguramente es inmoral pero es mucho más eficaz. Una cinematográfica: las combinación de una mirada europea, la de Tom Tykwer, con una presencia americana, la de Tom Hanks, en un paisaje desértico y lujoso como el de Arabia Saudí, produce una sensación muy especial. Un empresario americano en horas bajas llega a Riad con la misión de conseguir del rey un contrato para un nuevo sistema de comunicación a través de un holograma. Este es un film luminoso que esconde un centro muy negro.