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Sobre el papel, 'Grand Piano' parece llevar al extremo la escena final de 'El hombre que sabía demasiado'. Como en aquella película de Hitchcock, nos encontramos en una sala de concierto, con el auditorio lleno y con un francotirador preparado para disparar. La idea es la de sostener el clímax durante la hora y media de duración. Pero a medida que van pasando los minutos, 'Grand Piano' se va aproximando cada vez más al cine de otro autor (discípulo de Hitchcock, eso sí). La sombra de Brian De Palma, amante de la forma más que del relato y genio a la hora de elaborar los puntos de vista, sobrevuela la película. La historia de un pianista que, en medio de un concierto, recibe una amenaza de muerte, sirve de excusa para el director, Eugenio Mira, que plantea un filme en el que la música se convierte en motor de la puesta en escena. La locura visual (con cámaras que quieren y personajes que corren de un lugar a otro) se ve mermada por un guión que todo el rato intenta no perder la cordura.