Gravity

Desde que la tecnología digital irrumpió en el mundo del cine, ¿cuántas películas se han replanteado el hecho cinematográfico como experiencia tecnológica, visual, narrativa, emocional? ¿Cuántas han sobrepasado los límites de lo posible? Apenas un puñado: 'El curioso caso de Benjamin Button', de David Fincher, o 'Avatar', de James Cameron. Poco más. Y cuántas, finalmente, han dejado una puerta abierta con el objetivo de utilizar la gramática fílmica para hacernos vivir una experiencia única? Quizá sólo 'Gravity'.

Prometía mucho. Y podemos asegurar que cumple sus promesas. Con esto bastaría para dejar satisfecho al público, pero Cuarón va más allá, mucho más allá. Desde los primeros segundos, el filme nos sumerge en un aventura repleta de sorpresas y desesperación, en un melodrama donde Bullock y Clooney dan vida a dos astronautas que se encuentran a la deriva en el espacio, sin comunicación con la Tierra. Gravity es a la vez lírica y terrible, a veces, incluso, fusiona ambas formas poéticas para capturar la mezcla de deber y curiosidad que la posibilidad de ir al espacio despierta en el ser humano desde hace algunas décadas.

Con pocos diálogos, bastante inteligentes para no aguar la acción, y una banda sonora que resalta con elegancia los grandes eventos, Alfonso Cuarón desarrolla una puesta en escena que es un retorno a los orígenes del cine: es decir, a la fe absoluta en el poder de las imágenes para contar una historia. Un 'tour de force' creativo que sirve para hablar del duelo, del sacrificio, del significado de la muerte ante la inmensidad de la Creación, empleando un fuerte simbolismo en el que cada elemento se transforma en una alegoría. 'Gravity' es, gracias a ello, una aventura interior que usa la embriagadora inmensidad del espacio como marco para la exploración existencial.

Sensibilidad y espectáculo son las bases de 'Gravity', una de las mejores películas del año. Cuarón, al igual que directores como Nolan o Blomkamp, recurre a los efectos visuales para adentrarse en complejas historias sobre el ser humano, con una sutileza sin fisuras ni factura de superproducción made ​​in Hollywood. Una maravilla.