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Puede que en los últimos años hayamos vivido una auténtica sobreexplotación del subgénero zombi, pero todavía quedan películas con capacidad de utilizarlo para proponer interesantes reflexiones en torno a la naturaleza humana desde perspectivas diferentes. En este sentido, 'La noche devora el mundo' nos acerca al apocalipsis desde el punto de vista de un joven superviviente encerrado en un edificio parisino que convierte en su hogar mientras las calles se han transformado en un escenario de pesadilla. El aspecto doméstico se convierte en un elemento fundamental dentro de una narración precisa y minimalista. El director sigue con la cámara los movimientos del protagonista en este espacio cerrado que por un lado lo protege, pero por el otro lo condena al aislamiento y a la locura. Este es el verdadero terror que rezuma una película que gira alrededor de posturas contrapuestas como son el miedo, el conformismo, la idea de quedarse siempre en el mismo lugar frente a la necesidad de luchar y evitar el estancamiento, aunque todo parezca perdido.