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Por mucho que hable de un puñado de monjas polacas que se quedaron embarazadas tras ser violadas por soldados rusos en 1945, esta no es una película sobre los horrores de la guerra, ni tampoco muestra intenciones de entrar en debates ideológicos. Al tomar la decisión de trasladar la atención del relato al punto de vista de la enfermera de la Cruz Roja francesa que ayudó a las damnificadas, la directora Anne Fontaine, responsable de cintas como 'Limpieza en seco', 'Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel' y 'Primavera en Normandía', que era una libre adaptación del argumento de Madame Bovary- y los guionistas -entre los que se encuentra el teórico fílmico Pascal Bonitzer- logran construir una cuidadosa reflexión en torno a los límites que separan la fe religiosa de los asuntos humanos, sobre la manera en que pueden llegar a entenderse estos dos mundos.
Aunque la película que resulta es bastante imperfecta -el ritmo termina haciéndose repetitivo, el personaje del médico judío era innecesario, la parte final resulta demasiado sentimental... -, no sólo se muestra casi siempre sobria y contenida, sino que también aborda con tacto y delicadeza una cuestión tan inconcreta y resbaladiza como difícil de tratar en imágenes: la espiritualidad, el misterio de lo que quizás existe más allá de los límites de los cuerpos.