Leviatán

La palabra 'Leviathan' evoca monstruos terroríficos, sea el terrible dragón marino de maldad bíblica, sea su encarnación metafórica en estado todopoderoso, tal como la imaginó Thomas Hobbes. En su cuarto largometraje, Zviaguintsev abraza la polisemia del nombre para retratar cómo la corrupción en Rusia se extiende por todos los estratos sociales. La bestia aparece literalmente como un esqueleto varado en el fin del mundo, donde vive el protagonista, un hombre que se nieva a vender la casa al codicioso alcalde. Su resistencia desencadena la furia del político, que moverá todos los tentáculos para aniquilarlo. Un drama poderoso, regado con mucho vodka, sarcasmo y decadencia moral, en la tradición del mejor cine de autor europeo. Tiene una cuidada puesta en escena, al servicio de desplegar un episodio más, en el contexto del siglo XXI, de la batalla entre el individuo y el poder.