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Hombres en cueros. Sementales con la piel del color de una infusión chorreando aceite, y las nalgas rasuradas redondas como dos manzanas Granny Smith. A primera vista puede parecer excitante. A segunda, pensaréis que el concepto da la pereza del enésimo 'revival' nostálgico de los 80. ¿Qué justificaría el regreso a la moda del desnudo? En el año 2012, Steven Soderbergh obró un pequeño milagro con la primera entrega de 'Magic Mike'. La gracia era que estaba basada en las experiencias de Channing Tatum como joven 'stripper' de 'night club'. La apuesta fue un éxito.
Vamos a por la secuela. La historia de Tatum sigue siendo la atracción principal, con su movimiento de pelvis haciendo círculos alrededor de la barra. Pero lo que nos ofrecen es un poco diferente: hay menos espacio para la improvisación, el humor es más primitivo, suena más rígido e incluso tiene momentos cursis. Sin embargo, el resultado sigue siendo simpático. La acción se sitúa tres años después del final de la primera entrega. Mike se ha redimido de sus malas artes nocturnas y trabaja de carpintero. Es un tipo como Dios manda, sí, pero algo le dice que ha llegado la hora de volver a explorar su lado salvaje.
Gregory Jacobs nos ofrece una película de carretera y manta, una 'road movie' en la que Mike y su tropa hacen vía hacia Florida, un paraíso para el culto al desnudo. La diversión está servida. Destacaría una escena hilarante en la que los 'strippers' entran en un bar gay y se encuentran en una disputa que acabará con pelea de gallos. ¿Y cuál es el chiste? Pues que los rituales de depilación de un 'boy' que se deja ver en escena con 'slips' y un casco de bombero y los de una drag 'queen' son iguales. No os la perdáis, que sigue valiendo la pena.