Hombre de teatro, Israel Horovitz adapta al cine una de sus obras, la historia de un neoyorquino que llega a París con la idea de vender la enorme casa que su padre le ha dejado en herencia. Se encuentra, sin embargo, con un impedimento: el lugar está ocupado por una mujer mayor y por la hija de ésta. La premisa legal -la compra de un hogar a cambio de mantener al antiguo propietario y de una remuneración mensual- sirve a Horovitz para plantear un discurso en torno a la familia. 'Mi casa en París' se apoya en los hombros de sus tres actores principales, un Kevin Klein que debe luchar contra la antipatía de su personaje, una Maggie Smith que no tiene que hacer grandes esfuerzos y una Kristin Scott Thomas que no acaba de resurgir tras papeles excesivamente pobres. El resultado es una pieza subrayada, que ni siquiera aprovecha la teatralidad de un guión más hablado que visual.