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En un entorno de precariedad laboral y depresión económica, un emprendedor con rasgos sociopáticos se mete en el submundo de los cámaras freelance que salen a la caza de accidentes, asesinatos y tragedias y venden las imágenes a las cadenas de televisión. 'Nightcrawler' observa con asco el vaciado moral de los medios, retratando la periferia del periodismo como una profesión de carroñeros. Esta clara apertura hacia la sátira da tono a un filme de género indefinido (¿es un drama? ¿un thriller? ¿una comedia negra?) Donde el paisaje nocturno de Los Ángeles es grabado, como en 'Collateral', con una cámara digital (aunque la plasticidad de Dan Gilroy no es, ni mucho menos, tan aguda como la de Michael Mann), y donde los ojos abismales de Jake Gyllenhaal actúan como faro en la más oscura de las noches.