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Rodeada de un denso misterio, la nueva película protagonizada por Tom Cruise y dirigida por Joseph Kosinski –el temible realizador de ‘Tron: Legacy’ (2010)– es una estereotipada muestra de ciencia-ficción postapocalíptica. Y hay que remarcar lo de estereotipada, porque la idea del fin del mundo, presente en todas las culturas y todas las épocas, toma en 'Oblivion' un poco sutil tono alegórico, al hablarnos de un trauma real todavía palpable en la sociedad norteamericana: el generado por los atentados del 11-S. La Tierra, destruida por los efectos de una invasión extraterrestre –¿terroristas de otro mundo?–, es el marco en el que Kosinski plantea diversas cuestiones morales/políticas aromatizadas por numerosas escenas de acción/terror, por el gélido sex-appeal de Olga Kurylenko, por la presencia de la rebelde oposición humana al orden establecido. Pero, sobre todo, es un avasallador y vacío espectáculo visual, que confirma el talento del director, un genio sin un buen guión. Lástima.