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Panfleto antiabortista apoyado por organizaciones cristianas de la extrema derecha yanqui, el primer largometraje de Andrew y Jon Erwing es también una fantasía adolescente tan elemental y primitiva como su discurso. Tenemos a una chica epiléptica por culpa de una madre que quiso abortar, unos padres adoptivos en religiosidad encendida, un viaje en busca de los orígenes y también del amor verdadero... No se trata de un melodrama, sino de un folletín reaccionario y enfermizo que sustituye la dramaturgia por una serie de acontecimientos sensacionalistas, envueltos en una estética con puesta de sol y pop pijo como marcas de estilo. Los Erwing no tienen manías a la hora de mostrarse tan incompetentes detrás de la cámara como intransigentes en su (in) moral, y la única gracia es su condición de objeto kitsch, aunque esto no impide que este crítico se siga preguntando por qué se ha estrenado aquí un producto de estacas características.