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Decían las antiguas civilizaciones que los eclipses de sol eran un signo de mala fortuna, que alertaban de terribles calamidades. Alrededor de la inminencia de esta oscuridad atávica, siete personajes protagonizan un rondó de anécdotas presuntamente inquietantes. Repartidos en cinco historias independientes que el clímax cósmico hará confluir en sus impertérritas miradas, interactúan con la transgresión de las normas (una novia que no se quiere casar, dos vándalas irrumpiendo en la casa de una estrella de cine, dos hermanos que esconden un secreto, etcétera) de una manera que quiere ser oblicua y acaba siendo pedante y prescindible. En este Robert Altman versión argentina, muy 'low cost', hay un aura mística –la invocación a Jung no es casual–, casi esotérica, que no se corresponde con la falta de profundidad de sus imágenes ni en el amateurismo de sus interpretaciones.