Ötzi, el hombre de hielo

Cuando descubrieron los restos momificados de Ötzi, un europeo con 5.300 años en su DNI genético, los expertos le diagnosticaron una muerte violenta. No es extraño, pues, que Felix Randau haya imaginado sus últimos días en tierras neolíticas como un auténtico vía crucis de sangre e hígado. Más cerca de 'El renacido' que de 'En busca del fuego', la película no es ni más ni menos que una historia de venganza a raudales, salpicada por las dosis imprescindibles de un 'survival' de manual. Nos basta con el lenguaje no verbal –las pocas líneas de diálogo, en rético antiguo, no están subtituladas– y el instinto primario para entender una trama que no por ser simple resulta menos eficaz. A veces resulta difícil distinguir al protagonista de sus enemigos, sobre todo cuando la cámara potencia el paisaje glacial en perjuicio de los personajes, pero la fuerza de las secuencias de acción, en especial una lucha cuerpo a cuerpo propia de Conan el Bárbaro, es innegable. No luce demasiado como lección prehistórica, pero los golpes de hacha se escuchan a la legua.