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Paco León
©Alfredo Arias

Paco León: "Mi momento favorito es cuando sale el diafragma de Ava Gardner lleno de semen"

El actor dirige e interpreta ‘Arde Madrid’, una serie para Movistar+ ambientada en los tiempos de aquel Hollywood que se enamoró de España

Escrito por
Josep Lambies
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No hay crónica de la época que Ava Gardner vivió en España sin noche etílica y polvo con torero. En 'Arde Madrid', Paco León le hinca el diente al mito, aunque esta vez desde una perspectiva menos glamurosa de lo habitual. Aquí, la protagonista no es la diva de Hollywood, sino los criados que tenía a su servicio. Inma Cuesta y Anna Castillo interpretan a las doncellas, con cofia blanca y delantal de puntilla. Él hace de chófer. La serie, de ocho capítulos, se estrena el 8 de noviembre en Movistar+.

¿Fue ese halo excesivo que rodea al personaje de Ava Gardner lo que os atrajo?
Queríamos escribir algo para la televisión de pago. Nos parecía que era donde estaba lo emocionante, lo más fértil desde un punto de vista artístico, donde había un espacio de libertad creativa. Entonces nos topamos con esa anécdota de cuando Ava Gardner vivió en Madrid y coincidió de vecina de Perón y su mujer en la avenida del Doctor Arce.

Lo interesante es que la serie toma el punto de vista de los criados, personajes a la sombra.
Ava nos permitía abordar un tema que conocemos bien, la fama y lo que la rodea. Pero no queríamos que pareciera un biopic telecinquero, así que nos centramos en esos criados que le hacían la cama y que recogían el vómito a la mañana siguiente.

De hecho, la intimidad que tenemos con el personaje roza lo escatológico. Ahí la vemos arremangándose el vestido para mear en la calle, antes de subirse al coche.
Mi momento favorito es cuando sale su diafragma lleno de semen. Es justo después de la noche del bautizo del hijo de Lola Flores. Ava llega a su casa después de la fiesta con un amante, a quien por cierto interpreta un actor porno muy interesante que se llama Bel Gris, y que nos ofrece un desnudo integral bastante vistoso. Y la criada entra en la habitación, lo recoge del suelo y dice: “¿Y esto qué es?”.

Es el analfabetismo sexual de la época.
Cuando Ava Gardner entró en la Metro lo primero que le dieron fue un diafragma, porque estaban al caso de su agitada vida. Aquí en España la gente no tenía ni idea de qué era eso. Había poquísimos condones. Las criadas de Ava no entendían por qué con tanto hombre en su cama no se quedaba embarazada.

Decías que es una serie sobre la fama. ¿Hasta qué punto es tu experiencia la que habla?
Hay algunas cosas de la serie que a mí me han pasado. Por ejemplo, mi hermano que es militar ha vendido autógrafos míos falsos. Y mi abuelo, que tenía una de esas ventanitas típicas de barrio en las que se venden tabaco y chucherías, hizo unas bolsitas de caramelos con mi foto. Hay algo absurdo en este negocio que quería trasladar al ambiente de la serie. No sé, la escena de Ava saliendo de Las Ventas en la que de pronto le regalan una pava y se la ponen en las manos.

¿Sabes? Veo algo en común entre Ava Gardner y tu madre, Carmina. Porque Carmina también tiene mucha clase, fuma como una diva de Hollywood, pero luego va y se caga encima.
Para mí el denominador común es la mujer libérrima, ahí está mi fascinación por conocer a alguien como mi madre. Me admiran las mujeres libres y poderosas. Por eso también veo mucho de Carmina en el personaje de la criada, Ana Mari, que poco a poco va sacando su punto mafiosillo.

Inma Cuesta interpreta a Ana Mari, con el pelo recogido en un moño, los labios resecos y una bota ortopédica.
Anna, mi mujer, es muy experta en la Sección Femenina de Franco. Ya había escrito una obra a partir del 'Manual de la buena esposa'. Después había una película del 64, 'La tía Tula', de Miguel Picazo. Queríamos pintar a Inma Cuesta un poco así, como una mujer decente de la época, solterona y coja. Ella lo jugó muy bien, con esa actitud seca y rígida, en la que a pesar de todo hay una sensualidad que transpira y traspasa.

Ana Mari llega a casa de Ava como un topo, para informar de si en sus fiestas se celebran reuniones comunistas. ¿Eso pasó tal cual lo cuentas?
Hay algo que sí es cierto. En los años 50 y 60, Madrid era un nido de espías de todo tipo. Se cuentan cosas que son muy James Bond, tipo boli con cámara y micrófono oculto en el zapato, todo eso que parece del Superagente 86. Lo de Ava nos lo hemos inventado, pero es cierto que era una mujer muy incómoda para el régimen.

¿Cómo fue rodar las fiestas de 'Arde Madrid'?
Queríamos transmitir la miscelánea, la mezcla de gente. En casa de Ava se juntaba la aristocracia y la gente más pobre. Para ella era lo mismo un bailaor de la calle que Hemingway o Robert Graves. Yo quería crear ese ambiente trasnochado en el que una mujer sofisticada se sienta con una gitana que vende claveles. Y quería que fuera lo más auténtico posible. Por eso me peleé con producción para que en el rodaje se bebiera alcohol de verdad y se fumara de verdad. En esos 'afters' privados siempre hay algo que va muy 'ad limitum'.

Ahí está ese enano al principio que hace pis en un macetero en el salón, en plena resaca.
Sacamos ideas de un libro increíble a nivel documental, 'Living with miss G', que son las memorias de la criada negra que asistía a Ava. También entrevistamos a Carmen Mateo, la tata de los Flores, que entró a trabajar para ellos con 14 años y sigue ahí, con Rosario. Te puedes imaginar todo lo que esa mujer sabe y no cuenta, porque lo cierto es que es una tumba. 

¿El criado era un confidente?
Exacto. Podía estar dormido que si la señora llegaba a las seis de la mañana tenía que levantarse a atenderla, calentarle un caldo, darle jamón. Los criados hacían posibles esas fiestas tan excesivas.

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