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En los relatos clásicos de terror, los creadores de monstruos suelen acabar acosados por una turba. En 'The Frankenstein complex', en cambio, los fabricantes de criaturas fantásticas ocupan portadas de revista e, incluso, ganan algún Oscar.
La película de Gilles Penso y Alexandre Poncet comienza como una reflexión antropológica sobre la figura del monstruo, para convertirse poco después en un quién es quién en el panorama de los efectos especiales de maquillaje, trazando la ruta que va de los pioneros del cine mudo a los años 80, época gloriosa del látex y los animatrónicos, para acabar con la difícil convivencia entre los efectos tangibles y la ilusión digital.
Formalmente, los directores no se apartan de la alternancia entre las entrevistas y el material de archivo, pero la dificultad legal y presupuestaria para acceder a escenas de los filmes de los que se habla fuerza la película a centrarse en los 'making of', lo que refuerza la impresión de que nos encontramos ante un documental que, más que el trabajo acabado, quiere mostrar a los artistas trabajando, en el taller o en el plató.