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Al contrario que otras películas catalanas o españolas que mimetizan el cine norteamericano a la hora de acercarse al terror, a 'La mina' no le interesa tanto replicar las narrativas y temas de su referente como los imaginarios visuales. Miguel Ángel Giménez ambienta este drama cercano al género en un pueblo minero de Kentucky. De hecho ha rodado buena parte de la película en Asturias, pero eso no importa. En 'La mina' se hace patente una vocación para recrear los pormenores de la América profunda más desguazada, la que alimentó el cine de terror de los 70, por lo que las imágenes tienen fuerza por sí mismas, como ya ocurría en el anterior filme del director, 'Chaika'. Pero con el esfuerzo de reconstrucción no es suficiente para levantar una película construida a partir de personajes tópicos y planos, y un argumento poco convincente que no consigue transmitir la necesaria sensación de desasosiego ni cuando se adentra de lleno en el terror de 'grand guignol'.