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Hay dos Gus Van Sant: el dócil artesano mainstream y el experimentador atrevido, que ha revolucionado el cine de la primera década del siglo XXI. Parece que la bipolaridad está cada vez menos definida, y 'Tierra prometida' es una prueba: bajo la piel convencional de anacrónico cine liberal de los 70, se esconde una sensibilidad por captar el paisaje de la América rural y confrontarlo con las dudas de un soldado de las políticas neoliberales de las grandes corporaciones, ahora dispuesto a dejarse cambiar cuando se acerca, como un vendedor de biblias disfrazado de cobrador del gas, al drama de las familias golpeadas por la crisis. El guión nos da golpes bastante indignos –en especial en lo que se refiere al personaje del ecologista que encarna John Krasinski– pero la delicada interpretación de Matt Damon y la convicción con la que se reexplica la utopia comunitaria del cine de Frank Capra son bastante destacables.