Últimos días en el desierto

No le faltan ambiciones artísticas a esta última película de Rodrigo García. Concebida como un episodio apócrifo de la estancia de Jesús en el desierto, narra el encuentro con una familia en la que se verá reflejado.

Pero, a pesar de la fotografía de Emmanuel Lubezki, el film no tiene ningún sentido plástico, sus imágenes son absolutamente planas y por eso acaba carente de cualquier vuelo poético. Quiere ser un relato desnudo y sobrio, y en cambio resulta redundante y privado de todo matiz.

Y, en fin, la confrontación que propone entre la espiritualidad del personaje y la complejidad de la vida, así como los conflictos interiores de Cristo, resultan tan arbitrarios como la decisión de poner en escena a un demonio perverso y maquiavélico, eso sí , también con los rasgos de Ewan McGregor.