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Lo que comienza como un falso documental sobre un granjero solitario, quizás demasiado enamorado de sus vacas, toma pronto un tono tenebroso cuando una enfermedad amenaza su 'modus vivendi'. Lo más fascinante de 'Un héroe singular' es su capacidad de desafiar las expectativas del espectador, cambiando de género con la velocidad con la que a su protagonista se le gira el cerebro y hace mutar la película en un thriller desesperado y a la carrera, donde todas las decisiones que toma parecen destinadas a hundirse mejor y más rápido en el barro. El descenso a la locura de Pierre (hostil, magnífico Swann Arlaud) resulta tan creíble como increíbles sus trucos para maquillar una realidad que lo dejará solo ante el peligro de desayunar cada día sin tener otra ocupación que mirarse en un espejo que no le devuelve más que una imagen de decepcionante amargura.