José Sanchis Sinisterra reflexiona sobre la incertidumbre creativa y la condición del exilio en la modernidad, a propósito de los 200 años que se cumplen desde que Goya empezara a pintar las pinturas negras en la Quinta del Sordo y partiendo de su exilio en Burdeos.
En 1824, Goya cambió Madrid por Burdeos, donde ya vivía expatriado su amigo Leandro Fernández de Moratín. Lo hizo en compañía de su segunda familia: Leocadia Zorrilla, su segunda mujer, y sus dos hijos, Rosario y Guillermo Weiss. Ellos guardan el enigma de los últimos años del pintor, en los que jamás dejó de aprender.