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Un idioma propio

  • Teatro
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

En efecto, Minke Wang tiene un idioma propio, plagado de sustantivos yuxtapuestos, de sinestesias, de subordinadas y superlativos impredecibles, incluso de neologismos cargados de poesía, con un mundo simbólico personal de difícil transmisión. Nadie puede negarle que tiene impronta. Creció en China y vino a España con 10 años, por lo que su lengua materna no es el castellano: no se sabe si su dominio de las leyes del lenguaje es extraordinario o inevitable. 

'Un idioma propio' no apela a lo racional, por lo que la subjetividad a la hora de emocionarnos es absoluta. Hay fragmentos del texto, leído casi íntegramente por Claudia Faci, que remiten a una narrativa que, en mi opinión (subrayado el 'mi'), iluminan un bosque de metáforas visuales y verbales y atrapan la atención más que los pasajes en los que hay que dejarse llevar. Dentro de la narrativa que me apeló (subrayado el 'me'), sorprende que la lengua, o el bilingüismo, no sea finalmente sino una analogía con la dualidad de género: quizá cuando estás dentro del proceso necesites ir más allá pero, como recién llegada, sabe a oportunidad perdida. 

Víctor Velasco es un director inteligente y ha conseguido dotar de interés visual de manera gradual el montaje, construyendo imágenes de a poco. Nunca le agradeceré lo suficiente ese momento de ilusión infantil que despierta a mitad de espectáculo, aunque sea solo por unos segundos, con un elemento que es mejor no desvelar. Lo que no se acaba de entender es la individualización de la recepción del sonido: incumple una de las más ancestrales reglas de lo escénico, tener una función. Entre los actores, que están todos en su sitio, destaca la presencia escénica de Huichi Chiu, habitual del off: su estatismo tiene energía. 

Hemos de advertir que 'Un idioma propio' se encuadra dentro del programa 'Escritos en la Escena' del Centro Dramático Nacional, una línea de ayudas a la producción experimental, que promueve la creación de literatura dramática a pie de escenario. Por lo tanto, no estamos hablando de un resultado final. Sin embargo, me parece reseñable señalar la asociación, ya casi convencional, entre experimentación y languidez. Ese es justo el talón de Aquiles de la obra. El espectáculo está revestido de cierta pátina de abatimiento que ni la insólita textualidad de Wang, ni la pericia de Velasco, ni la entrega del elenco resuelven. Ahí falta brío: a lo mejor es un juicio de valor procedente de un sesgo cultural.

Texto: Minke Wang. Dirección: Víctor Velasco. Intérpretes: Ji A Yu, Huichi Chiu, Claudia Faci, Sara Martín, Wenjun y Xirou Xiao.

Escrito por
Pilar G. Almansa

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