Autor: Adrián Vázquez. Directora: Elena Olivieri. Intérpretes: Juanma Rodríguez y Elena Olivieri.
Se nota cuando las cosas están hechas con cariño: eso rezuma 'Wenses y Lala' desde antes de que empiece la función. Juanma Rodríguez y Elena Olivieri son entrañables simplemente sentados en un banco de madera. Miran al público con amor, casi de espectador en espectador. Esta es, sin duda, la gran fortaleza de este espectáculo: que sus intérpretes están completamente enamorados de él.
Porque la propuesta es sencilla en cuanto a elementos y estética, pero efectiva; apenas se percibe la casi total ausencia de espacio sonoro, y la calidez de los focos, que apenas alternan entre laterales y frontales, también es correcta. Claro, cuando vas a verlo, no sabes que la propuesta escénica de 'Wenses y Lala' es casi una réplica del montaje original, que el propio Adrián Vázquez protagonizó junto a Teté Espinoza en México, y que ha sido un auténtico éxito allí.
Quizá, precisamente, el amor por el proyecto ha cegado a los creadores, que no han sabido traducir sus elementos con la fuerza suficiente para sostener la sencillez de la propuesta. El entorno rural atemporal y sin definición geográfica tampoco nos ayuda: podemos presuponer que estamos en España a principios del siglo XX, pero los protagonistas se comportan como si estuvieran en una especie de 'locus amoenus' pasado por el género Guerra Civil Española. Cuando llegan los problemas al paraíso, ya es demasiado tarde: no tenemos historia.
Con todo, 'Wenses y Lala' es agradable de ver y los actores son una delicia, con un tempo cómico bien ajustado, herederos, como son ambos, del clown. Se les nota en cada frase, en cada mirada, en cada complicidad: se atreven a ser tiernos, una auténtica osadía en nuestros días.