Autor: Fernando Arrabal. Director: Juan Carlos Pérez de la Fuente. Intérpretes: Ana Torrent, María Hervás, Marta Poveda, Lola Baldrich, Lara Grube, Ana Vayón, María Besant, Alexandra Calvo, Badia Albayati, Sara Moraleda y Miguel Cazorla.
Puedes tener la mejor fruta recogida de la mejor cosecha. Puedes tener el mejor exprimidor. Puedes tener el mejor vidrio para la mejor botella. Pero si el zumo resultante no sabe a nada, tanto esfuerzo y tanta calidad en los ingredientes ¿para qué? Así sale uno del Matadero tras dos horas de onanismo vacuo. Y conste que alabamos el trabajo de todos los responsables de este proyecto. Empezando por la parte técnica, al servicio de una escenografía y un aparato audiovisual realmente impactantes. Siguiendo por las actrices, sabiamente coreografiadas por Marta Carrasco. Terminando por director y autor, a los que más que alabar hay que tirar de las orejas por tener menos en cuenta al espectador que a su ombligo.
Las actrices: pingüinas moteras, dervichas giróvagas, cervantas, quijotas. 10 mujeres dejándose la piel sobre el escenario por muy absurdo y sin sentido que sea lo que tienen que hacer. 10 mujeres echándose a la espalda un montaje caótico donde autor y director deberían haber hecho segundas y terceras lecturas críticas para podar y clarificar. Le falta mucha autocrítica a esto. 10 mujeres que han sido invitadas a jugar a algo sin saber muy bien a qué juegan, que dan vida a otras tantas familiares de Cervantes.
Estupendas Marta Poveda, María Hervás y Ana Torrent, sobre las que recae casi todo el peso de la “acción”. Y un desperdicio tener a otras 7 buenas actrices para dar vueltas en moto y que solo una pueda lucirse en la única escena de verdadero teatro que hay en toda la función (Lara Grube, interpretando a la madre de Miho/Cervantes). Y ese final… un poco faltando al respeto al espectador y un poco reconociendo que lo que acabas de hacer está muy cogido con pinzas. En fin…