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Las consecuencias de la política del hijo único en la China actual adoptan rostro humano en la nueva película de Wang Xiaoshuai, uno de los nombres que con Jia Zhangke o Zhang Yuan conforman la llamada Sexta Generación, el grupo de directores surgidos en la resaca post Tiananmen para ofrecer una mirada crítica de su país. Wang construye un drama ambicioso que se despliega a lo largo de casi medio siglo y que, como aquellas superproducciones de David Lean o las novelas decimonónicas, trenza los grandes acontecimientos históricos con las tribulaciones personales de sus protagonistas.
Así seguimos los monumentales cambios vividos en China en el salto de una economía comunista a un mercado competitivo, siempre bajo la mano firme y opresiva del estado, a través de la pareja protagonista y su entorno más cercano. Yaoyun y Liyun quedarán marcados ya desde el inicio por la muerte de su hijo único en un misterioso accidente cuando es pequeño. La herida profunda que arrastran durante décadas y en la que han hundido el dedo los dictados políticos tiene su reflejo irónico en la buena suerte de sus amigos íntimos, un matrimonio siempre afín al pensamiento dominante.
Pero Wang no deja que la amargura carcoma a los personajes, ni tampoco el film. Mantiene siempre la mano abierta a comprender las razones de todos y cada uno de los protagonista.