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Robot Dreams

  • Cine
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Robot Dreams
Robot Dreams de Pablo Berger
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Un perro y un robot entablan amistad en el Nueva York de los años 80 en una animación de gran corazón sobre la amistad.

¿Pensabas que el renacimiento del cine mudo comenzó y terminó con The Artist?. La maravilla sin palabras de Pablo Berger te hará recapacitar.

El director español ha rebuscado en la caja de trucos de Charlie Chaplin para forjar una magnífica animación sobre la amistad y la conexión, totalmente sin diálogos. Basada en la novela gráfica infantil de Sara Varón, tanto visual como narrativamente, está ambientada en el Nueva York antropomorfizado, plagado de grafitis y repleto de Earth, Wind & Fire de los años 80, como si Fiebre del sábado noche hubiera sido invadido por el reparto de Zootrópolis.

Nuestro héroe es Dog, un chucho solitario que vive solo, pasando tristemente el tiempo jugando al Pong y esperando el ping de sus macarrones en el microondas. 

Entra en escena Robot, un droide de la amistad pedido por correo que rápidamente cambia la vida de Dog gracias al poder de la compañía. El hasta entonces malhumorado perro cobra vida mientras patina por Central Park y come perritos calientes con su nuevo amigo. Después, los dos se van de excursión a la playa el Día del Trabajo y se encuentran separados por un caso grave de óxido, una valla cerrada y un rudo guardia de seguridad. De repente, Dog tiene que enfrentarse a otro tipo de soledad.

Si el estilo de animación tiene un toque a lo BoJacks, la historia se desarrolla un poco como la adorable comedia británica Brian y Charles, donde la inteligencia artificial de la premisa es casi irrelevante. Al igual que Charles Petrescu en esa película, Robot es más un niño que un androide, y experimenta una alegría y un asombro genuinos con su nuevo amigo.

Los gags visuales lo abarcan todo, desde el slapstick a lo Tati hasta el surrealismo descabellado (el muñeco de nieve que lanza diez bolos puede perseguirte en tus sueños). El reparto secundario de Robot Dreams, compuesto por extraños animales urbanos, le da a todo un telón de fondo caleidoscópico que hace que cada chiste sea un 20 por ciento más divertido. Especial mención a un par de malévolos osos hormigueros que se ensañan con Dog.

Es como si Fiebre del sábado noche hubiera sido invadida por el reparto de Zootrópolis.

Aunque se trata sin duda de una animación para todas las edades, los espectadores más jóvenes pueden encontrar las numerosas secuencias oníricas -una de ellas con una increíble transición a El Mago de Oz- un poco alucinantes. (O pueden ser una brillante puerta de entrada a Alain Resnais y El año pasado en Marienbad). 

Y Berger no hace concesiones a los que lloran fácilmente: Robot Dreams es una película que trata tanto de la separación como de la unión. Pero, aunque el último tramo es un poco decepcionante, la burbuja nunca se desinfla por la belleza de lo que vino antes.

Con ésta y su película muda en blanco y negro de 2012 Blancanieves, Berger parece estar en una misión individual para revivir el cine mudo. Que Dios le acompañe en esa búsqueda si sigue haciendo películas tan deliciosamente extravagantes, divertidas y conmovedoras como ésta.

Robot Dreams está nominada a los Óscar como mejor película de animación.

Phil de Semlyen
Escrito por
Phil de Semlyen

Reparto y equipo

  • Director:Pablo Berger
  • Guionista:Pablo Berger
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