Café Madrid

Sirven uno de los mejores vermuts de la ciudad. Una fórmula propia, ambarina, con matices singulares. El bestseller de la casa. Y para los más puristas hay embotelladas versiones alemanas, leonesas, italianas, vascas… Un rosario de etiquetas que van rotando. Así que el neón exterior no engaña. El vermut protagoniza una parte de este rejuvenecido rincón, alojado en un edificio centenario a un minuto del Teatro Real. Un espacio donde la palabra fundacional fue, sin duda, versatilidad: dogfriendly, horario extenso (de 14 a 2 h cada día), tan cómodo para grupos festivos los findes como para una tarde tranquila entresemana, con cafés especiales, alguna tarta y pequeñas dosis de tendencia mixológica (humos saborizados, baja graduación alcohólica...). 
Hace casi dos años Julio de la Torre (también al otro lado de la barra en la malasañera coctelería Santamaría) se hizo con este café, con solera pero en horas muy bajas, para darle una segunda vida. “Le veía potencial pero costó reflotarlo. Veníamos con una línea diferente. Otra carta, otro servicio, otra música… Creo que el barrio necesitaba un bar así”. Un bar donde pedirse un Templo de Debod, un Espíritu Santo o un Neptuno. Coctelería de autor con sabores que resultan populares sobre una playlist muy heterogénea de grandes éxitos. “Pero quizás no haga falta trabajar con carta. Hay que hablar con el cliente, que tal vez no encuentre nada que le llame la atención. Entonces la carta somos nosotros. Incluso debemos tener un papel proactivo. Si alguien viene pidiendo un mojito, intento abrir el abanico, recomendarle un trago similar pero con más carácter. Que al final se lleve algo más”. Aquí, a partir de dos pistas, tienden a dar en el clavo.