El Marginal

En la ciudad de las cañas bien tiradas, los muy aficionados al vino son casi una secta avocada al peregrinaje constante en pos de una pizarra que vaya más allá de las D.O. habituales; no hablamos ya de referencias internacionales, casi el Santo Grial. Para todos ellos, bajo el paraguas de Bulbiza, César, Flequi y Nacho han levantado un templo en Retiro, un rincón de madera y hierro forjado con inmejorables aliados (conservas Güeyu mar, ibéricos Carrasco, quesos y caviar), que les sirve para brindar por su década al frente de La Tintorería, su reconocida tienda de vinos. Para acabar con los números redondos (Vila-Matas dixit) y explorando su interminable catálogo como distribuidores, la carta líquida suma 101 referencias (en rotación). “Desde una pantalla que cambiará ininterrumpidamente ofrecemos una treintena de etiquetas por copa pero, si alguien quiere un par de copas de alguna otra botella, se abre y el resto entra en esa lista. Como tenemos que dar salida a esa parte, hemos formado un equipo de sumilleres y/o enólogos al otro lado de la barra. Porque, además de vender, buscamos crear cultura del vino. Queremos que los clientes se centren en lo que tienen que beber, no en su precio”, cuenta Flequi. Su bodega, que viaja de Borgoña al Bierzo, del Valle del Loira a Mallorca, defiende la variedad autóctona de cada zona y encumbra el trabajo del pequeño vigneron, nombres con un profundo respeto por la naturaleza. Hay para todos los bolsillos (de 3 a 20 euros) y luego está La Confidencial. “El anzuelo para ese consumidor de grandes vinos. Son cosas muy exclusivas que hemos ido guardando, algunas ya no se consiguen, sean de añadas muy viejas o jóvenes”... Y de fondo igual suena Nick Cave.