Shuwa Shuwa

Que levante la mano quien haya comido en un japonés. ¿Casi todos, verdad? La capital está plagada de restaurantes nipones de todo pelaje. Pero, salvo excepciones, el sake que ofrecen es muy limitado y es cartón piedra si lo comparamos con la bebida original. Aquí se venera como lo merece este milenario vino de arroz. Y se apoya. Por eso realizan mensualmente breves catas guiadas. En el local, decorado con aire zen (madera y luces tenues), cuentan con decenas de variedades para probar en copa, jarrita o botella. Para los neófitos, la mayoría, ofertan una cata de tres variedades (afrutado, suave y seco) u otras opciones ya dispuestas (tres premium, tres secos) y las maridan con varios set de aperitivos. Los precios no son asequibles para todos los bolsillos (y dependerá mucho de las exigencias de tu paladar) pero si solamente quieres compartir un buen sake (y distinguir entre junmai y daijingo, por ejemplo) no hay lugar más adecuado. Sí, también tienen sushi y otros platos más caseros como el buta kakuni (cerdo), el kara-age (pollo), unagi kabayaki (anguila) y un comedorcito para sentarte más cómodamente a degustarlos...  Como el importador Tokyo-ya es también propietario del local, todos los sakes están a la venta para que continúes la experiencia y el aprendizaje en tu propia casa.