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La Mallorquina celebra estos días sus 125 años con la noticia de la apertura de una segunda pastelería (con obrador propio) en la calle Hermosilla y otro espacio que solo abrirá los domingos en el corazón de El Rastro, donde ofrecerán los incontestables de su carta: pastas, hojaldres, tartas, dulces de temporada y alguna sugerencia salada. Manteniendo su carácter de negocio familiar, de memoria emocional de la ciudad, la mítica pastelería-confitería-bombonería se abre a nuevos públicos. Unos muy diferentes de los Galdós, Baroja o Gómez de la Serna, asiduos a las tertulias en su salón. Hasta el Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez acudía en busca de inspiración al piso superior después de pedir un tortel y un café en la barra.
Para felicitarse por este aniversario, porque cada vez es más complicado ser un comercio centenario, ha lanzado una edición especial de su tarta de fresa, uno de los postres más icónicos de la casa; tres capas de bizcocho, con crema pastelera y nata artesanal, coronadas de fresas.
