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El penúltimo gran golpe a la noche madrileña se lo ha llevado Joy Eslava. La legendaria discoteca de la calle Arenal, junto a la plaza del Sol, ya no será tal y como la conocemos. Llevaba desde el inicio de la pandemia con la persiana bajada. Y desde marzo han pasado ya muchos meses y las restricciones nocturnas seguirán otros tantos. La situación era ya insostenible para su propietario, el empresario vallisoletano Pedro Trapote, que, tras comprarle el espacio al actor y director teatral Luis Escobar, la inauguró el 24 de febrero de 1981, un día después del intento de golpe de estado de Tejero. Esto es exactamente lo que ha anunciado Joy Eslava, que desmiente su cierre definitivo, desde sus redes sociales: "En estos momentos abordamos un ambicioso plan de modernización de sus instalaciones con el objetivo de retomar su actividad cuando las condiciones sanitarias lo permitan. En estos momentos la sala prefiere no ampliar más la información, esperando el momento oportuno para presentar pública y oficialmente el nuevo proyecto".
Así que adiós a la discoteca que nació como inspiración a la legendaria Studio 54. Hola al híbidro restaurante-sala de espectáculos, puerta que abrió el Gobierno para la supervivencia de muchas salas y bares nocturnos. Porque en eso se convertirá próximamente y de manera permanente este icono de noctámbulos (desde las fiestas de la "beautiful people" y los protagonistas de La Movida allá por los ochenta hasta las últimas sesiones electrónicas de comienzos de este año), espléndido escenario para miles de conciertos durante décadas. Pero no hay marcha atrás. Ya han entrado los operarios para reformar su interior y estrenar lo antes posible la nueva línea de negocio.
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