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Puedes presumir este finde de tener el mejor aperitivo del vecindario. Ya no hace falta desplazarse hasta Quintana, barrio que vio nacer, crecer y modernizarse a Docamar, para comerse las bravas más elogiadas de la ciudad. Cada sábado muchos peregrinan a esa dirección de la calle Alcalá, más allá de la M-30, para comerse una ración (o dos) de la gran especialidad de la casa. Y, de paso, se apuntan a las alitas marinadas, los callos o la oreja de cerdo adobada.
Ahora esta clase magistral de lo castizo, de madrileñismo puro puedes recibirla en casa, sin moverte del sofá. Con el envío no vendrá el secreto de su legendaria salsa brava pero podrás bañar tus patatas fritas todo lo que te apetezca porque también la han embotellado para que sea un fijo en tu despensa. Ya estás tardando... Tienes toda la carta aquí.