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En círculo. Todo el público se sentó alrededor del escenario como quien se acomoda cerca de una hoguera. Ante este atípico dispositivo Vetusta Morla tuvieron que duplicarse. Fueron las llamas y las historias. Anoche se desveló la única incógnita de la muy atractiva programación de los Veranos de la Villa de este año. Algo inesperado se leía en la programación que abría agosto. Aforo limitado. Lugar: la Quinta de Torre Arias. Y mordimos el anzuelo sin dudarlo.
Después de tocar para casi 40.000 personas en los aledaños de la Caja Mágica e inmersos en una gira por grandes escenarios, los de Tres Cantos -portada de nuestro tercer número- ofrecieron un directo recogido (también sus canciones giraron hacia un plano más íntimo) en el que, bises aparte, interpretaron de arriba abajo y en orden su último trabajo, ‘Mismo sitio, distinto lugar’. Un concierto gratuito, al anochecer y con no más de 2000 personas entre el público.
Un entregado y agradecido Pucho hiló cada tema con algunos relatos y personajes que se esconden latentes en este espacio, que fue muchas cosas hasta que no fue nada. Recuperada hace unos años por asociaciones vecinales, ayer en la Quinta se reunió un auditorio de lo más heterogéneo. De un lado había mantas de picnic, alguna silla y otros acomodos improvisados. Del otro, los instrumentos y toda la cacharrería (sintes y teclados) que visten las nuevas canciones de la banda. La comunión fue creciendo y la gente acabó de pie coreando los últimos compases.