“Hamburguesas, la piedra angular de todo desayuno nutritivo”, decía Jules Winnfield en Pulp Fiction mientras devoraba una en dos bocados. Nosotros igual para el desayuno no, al menos en condiciones normales, y menos aún las de Anauco. Su tamaño y su sabrosura merecen llegar con hambre, sentarse y estar dispuesto a jugar. Y no solo en sentido figurado, aquí te proponen comerte una del tamaño de los emparedados de Pedro Picapiedra, y si eres el pozo sin fondo que se la acaba, te la regalan.
Para los mortales que se pegan de vez en cuando un homenaje pero su estómago tiene un límite, Anauco tiene una carta suculenta con bien de 'finger food' (ahora se llama así, pero es el comer con las manos de toda la vida). Para empezar y si vas con un grupo, pide el plato degustación de entrantes, lleva tequeños, arepitas picantonas de 'pulled pork' y 'chicken strips' de pollo de verdad, jugoso y crujiente.
Ahora las hamburguesas: 100% caseras, tienen 10, y se piden en 3 pasos: primero el pan (con opción sin gluten), después la carne (ternera, pollo, vegetal o pulled pork) y tercero el peso de la carne (cuidado con venirse arriba que son generosas). Aunque tienen cariño a la Anauco (con mermelada de pimiento rojo asado, brava y otra suerte de ingredientes poco vistos), la 007 es la niña de sus ojos, con bacon, cebolla caramelizada, huevo frito, queso de cabra… Lo dicho, tienes que ir con hambre, y devorarla más tranquilo que Jules, lo merecen.