Cuentan con un comedor de aire minimalista pero acogedor y una generosa terraza a pie de calle. Una noche de un martes de otoño el lleno era absoluto. Los argentinos Pablo Paternostro y Martín Rebagliati y el uruguayo León Bonasso dijeron que venían a liarla y en apenas cinco meses han convertido su restaurante en una parada necesaria en Arganzuela si buscas una cocina bien ejecutada, con personalidad y un trato amable. "Es una cocina que nos gusta y que refleja las tendencias y nuestras trayectorias. Muy cosmopolita, como Madrid, y a la vez con opciones tan tradicionales como ella pero siempre sin casarse con nadie".
Si su tortilla de patatas les puso en el mapa (valientes la quitaron pero, por petición popular, volverá de forma periódica a la carta), es el firme y suculento nivel medio que alcanzan todos los platos (una heterógenea pero lograda y firme mezcla de influencias mediterráneas, asiáticas y latinas) lo que hace casi obligatorio reservar mesa con varios días de antelación.
Triunfan los mejillones al curry con fregola sarda, lima y cilantro como entrante igual que es infalible su secreto ibérico como plato principal o su lemon pie en la sección dulce. Pero tampoco hay que perderse alguna de las constantes sugerencias fuera de carta como esos suculentos raviolis de calabaza que llegaron con el frío.
