Hojeamos la carta y todo nos atrae, todo nos apetece. Pero una persona tiene el estómago que tiene. Por suerte, nos echan un cable. Ya no les quedan pad thai ni sushi. Aunque no lo parezca, estamos en un vegano, el recién estrenado restaurante de uno de los propietarios de Vega; si te gusta aquél, tienes que pasarte por aquí. Obviamente ambos platos asiáticos son versiones, interpretaciones que quizás pidamos en la próxima visita... pero ya veremos. La competencia es dura en todas las líneas (entrantes, principales y postres) y la carta se moverá con la temporada siguiendo su pirámide fundacional: vegano, ecológico, local. Las opciones son mayormente sin gluten y muchas, crudiveganas.
El local es muy amplio. Lo han dividido en comedor y barra, ambos lo suficientemente espaciosos para estar todos cómodos (incluido tu perro). Pero, ojo, que los fines de semana –más aún los domingos al estar a un paso del Rastro- se llena; conviene reservar si quieres mesa. La amabilidad y la sonrisa de sus responsables vienen de serie. Es gente que vive el proyecto, que lo cuida. Por eso desde la vajilla hasta la pila del lavabo están producidas de forma artesanal, sumando así más puntos en el compromiso y los valores que presiden el proyecto. Es tan "homemade" el crumble de plátano como el mobiliario.
Calabacín marinado, tomate seco y fresco, pesto y queso casero de anacardos. Así es su lasaña. Fría, colorista y bien presentada. Una exquisita y atractiva puerta de entrada a su cocina, un plato ideal para compartir. Entra por los ojos. Salen los segundos. Salvo que lo tengas claro o seáis media docena, eso de los platos al medio incrementa el disfrute. Aún estamos decidiendo si nos gustó más el tartar de tofu o las albóndigas de quinoa. Les une compartir sección en la carta. El resto es diferente. Qué singular y adictivo sabor de este tofu marinado, vestido de forma tan sencilla como resultona. Algas, tomate, aguacate y puerro. Sustancioso hasta decir basta. Aún más alegre resulta su ración de albóndigas. La alegría de ese toque picante que aporta el curry, de ese juego de temperaturas y texturas al que se une una salsa de arándanos y una pasta. Deliciosas. Un bestseller, imaginamos.
Para beber tienen una página completa. Refrescos, zumos e infusiones eco, cervezas artesanales (La Virgen, Cibeles, Pedal Ale…), vinos tintos y blancos biológicos de Madrid (casi una decena de referencias)… En esta casa no faltan a la cita del menú del día ni del brunch, que sirve en tres tamaños diferentes los sábados y domingos.
Una apertura que aplaudirán los vegetarianos y veganos del barrio y conquistará a todo omnívoro que busque bocados saludables.
