El Grupo Don Rompido (Don Dimás y Remedios) se pliega a los movimientos actuales de esa clientela madrileña que busca lo chic y un ambiente distendido/festivo pero con su buen gusto y criterio habituales. Es decir, un interiorismo para epatar (bancadas de terciopelo, grandes lámparas de flecos y otros detalles exóticos), DJs para las noches del jueves al sábado y un buen puñado de cócteles de autor (de su propia versión del Cosmopolitan al Le Kañí Mule).
La cocina, territorio de los chefs Álvaro Garcés y José Carlos Fuentes (ex Club Allard), va detrás de la sorpresa con sentido y fusiona lo francés y lo asiático con desparpajo como evidencia su bullabesa a la japonesa -un caldo con tofu, almejas, gamba roja cruda y pez limón que se termina en mesa con ralladura de una fruta poco común, mano de Buda- o la crème brûlée acompañada de helado de wasabi.
El baile culinario, echando mano de una excelente materia prima, lo ejecuta a diario Carmine Bavuso. Las distintas opciones de sushi, que se pueden disfrutar en barra, y su catálogo de raw bar (tartar de ostras de Normandie con atún rojo y caviar, tarantelo de atún rojo con anguila ahumada, emulsión de miso y palo cortado, tataki de calamar con dashi y pickle, usuzukuri de gamba roja al ajillo) se entrelazan con un softshell crab en tempura, un shabu-shabu de ternera y varios platos (de pescados, carnes y verduras) que pasan por la cada vez más reconocida robata, esa tradicional parrilla nipona. Encontraréis platos igualmente reconocibles pero el giro de la casa como su pad thai de langostinos (con setas y brotes a la poivre vert), la lubina asada (marinada en miso) o el jarrete de ternera con puré fino.