Jose de la Cruz (El Almírez) y Paco Pereira (Combarro) unen trayectorias en sala y cocina en este Sal Negra cuyo objetivo es, como el condimento al que hace referencia, “salar lo justo y sorprender mucho”. Alejado del centro, a diez minutos de la Plaza de Castilla, llama la atención allí un restaurante de nivel medio-alto, aunque ni impone ni deja de ser flexible, no obstante, con una animada barra y un comedor con carta en torno a raciones y medias raciones en las que impera la cocina muy tradicional, de producto, con algunas licencias creativas.
El mar es protagonista destacado pero no hay que venir recordando Combarro. Sal Negra no es una marisquería por mucho que fuera de carta suela caer buen género o que los pescados lleven la voz cantante a la hora del picoteo o en unos arroces que, por suerte (y por fin), se sirven por persona. Meloso de pescadores, meloso negro con chipirones y gambas y un seco de verduras y gamba roja son las estrellas. Previamente, las croquetas con chipirones con cobertura de ajoaceite son habituales en las mesas aunque, por su tosquedad, no nos parecen para tirar cohetes. Las zamburiñas con velo ibérico y brunoise de verduras es uno de los platos que más salen y las alcachofas confitadas, bien, pero podrían estar más tiernas; preferimos las rellenas de txangurro que nos ofrecen como propuesta del día. El mango da al pulpo a la brasa un toque diferente y es exquisito el rape con bilbaína de pimientos del piquillo y gambas así como, para concluir, su deliciosa tarta de manzana.
Carnívoros también disfrutarán, pues no es escueto el apartado dedicado a ellos. Los casqueros están de suerte también, los sesitos de cordero o callos con garbanzos les alegrarán el día. Servicio amabilísimo, lástima que le falte algo de agilidad.