No conozco un dolor humano más descarnado ni creo que pueda existir nada más monstruoso que la última obra de Pascal Rambert. Ese texto que es como una hemorragia, esas actrices soberbias que parece que van a prenderse fuego en escena, a derramar sus vísceras sobre la platea. Por un lado, Irene Escolar, agarrando con sus nudillos de hierro el asa de una maleta como si fuera el detonador de una bomba que hará explotar, una y otra vez, a lo largo de la función, a la vez que un temblor milimétrico le recorre labio y mentón, igual que un animal acorralado y vencido que en un gesto de coraje intenta sacar los dientes a su destino. Por el otro, Bárbara Lennie, con una furia tempestuosa, enfrentándose a su adversaria igual que un arquero en lo alto de su muralla.
Son dos panteras iracundas que se rajan el alma la una a la otra. Se rompen a pedazos, transformadas y convulsas por sus gritos febriles que suenan como las voces en la cabeza de un enfermo de frenopático. Nadie nos prepara para lo que vamos a escuchar, no hay preámbulo, todo empieza con un alarido que sube por el pasillo de la sala como una náusea amarga abriéndose paso del estómago a la garganta, y ahí nos vemos enjaulados en ese cuerpo a cuerpo irado, que recuerda al de las hermanas de 'Gritos y susurros', encerradas en una habitación roja donde velaban un cadáver que balbuceaba y se pudría a la vez. No hay histrionismo, porque nada es artificial. Ambas actrices viven el texto con una verdad absoluta. Lo que se dicen se incendia en sus bocas.
Quiero recomendaros que vayáis, contagiaros mi entusiasmo, pero también sé que tengo que ser cauteloso, medir lo que digo, porque esto os va a destruir por dentro. Pascal Rambert ha creado en el abismo de un escenario desnudo, sobre un fondo blanco de yeso en el que no hay cobijo para el sufrimiento, un nivel de tensión y angustia inaguantables. Cada reproche te hunde un poco más el esternón en los pulmones. Es como si al salir necesitaras vomitarlo todo. Pero no es posible. Porque 'Hermanas' se te mete bajo la piel y lo único que puedes hacer para quitártela es despellejarte de arriba abajo, convertirte en un pedazo de carne informe que arrojar a los perros.
Texto y dirección: Pascal Rambert. Traducción y adaptación: Coto Adánez. Intérpretes: Irene Escolar y Bárbara Lennie.