Daniel Chong: "Lo bueno de las copias es que se valora más el original"

Daniel Chong lanza su primera colección de ropa. Y lo hace con la misma filosofía de sostenibilidad, funcionalidad y producción local con la que este diseñador de origen chino ecuatoriano, licenciado en Buenos Aires, emprendedor en Pamplona y empresario de éxito en Madrid, fabrica cada una de sus icónicas mochilas. Comenzó viniendo a Madrid hace 14 años en busca de materiales reciclados y acabó instalándose con un taller en Lavapiés. Después de tres tiendas en la ciudad, una recién abierta en Barcelona y de estar presente en más de 150 puntos a nivel nternacional (Francia, Italia, Inglaterra, Turquía, Miami, Bermudas…) recuerda cómo todo comenzó en un mercadillo con un ‘sold out’ de 20 unidades en un solo día. También nos cuenta que solo el año pasado vendió unas 48.000 mochilas, pero (como en un inesperado giro de guion), nos habla de su último e inminente proyecto. 

No me digas que ya te has cansado de hacer mochilas... 
En realidad no, pero la gente se cansará en algún momento, digo yo (risas). Es verdad que las combinaciones que se pueden hacer son infinitas, es lo bueno de utilizar el color, que cada modelo tiene el suyo, y es difícil encontrar dos iguales. De aquellas cinco primeras mochilas que hice con ayuda de mi madre, ahora hacemos alrededor de 2.000 al mes. Solo el año pasado vendimos 48.000 mochilas, ¡solo mochilas! ¿Tú sabes cuánta cantidad es? Wow, yo estoy impresionado. 

A mí lo que me impresiona es la cantidad de copias que hay de esta mochila 
Demasiadas. El modelo está registrado, ya hemos mandado varios documentos a diferentes firmas, que sí que es verdad que son firmas muy pequeñas, pero lo han entendido y lo han cambiado. No te voy a decir nombres pero sí te digo que lo han modificado. Ahora, lo que más me preocupa son los que fabrican en China, porque no es justo tía. Yo fabrico aquí y vienen otros que tienen marcas de complementos que fabrican allí y lo distribuyen de una manera muy rastrera. Es un tema muy complicado, además son más baratas, entre 50 y 60 euros, y eso es peligroso, porque la calidad no es para nada la misma, se rompen antes. Hay que concienciar más. Esa es nuestra lucha, que la gente tiene que ser consciente de lo que está comprando.

Una vez vino una chica con una mochila para que se la arreglara ¡y no era mía! A mis mochilas no les pasa eso 

El caso es que tu modelo es tan icónico que cuando ves una copia, se nota 
Muchos clientes nos mandan fotos para avisarnos de que nos están copiando y yo les digo, uf, ¡si supieras la cantidad de plagios que hay! Pero bueno, lo positivo es que la gente lo identifica y cada vez valora más comprar un original. Fíjate, una vez vino una chica con una mochila que había comprado y que se le había roto, y vino para que se la arregláramos. ¡Y no era mía! Ni cuenta se había dado. Y le dije ¡pero tía, que esto no es nuestro, es una copia! A mis mochilas no le pasa eso (risas). 

¿Cómo surgió la idea de hacer una mochila? 
Siempre lo cuento pero me parece anecdótico. Empecé en moda para pagarme los estudios universitarios, me fui a hacer cine a Buenos Aires y era carísimo. Y todo surgió un poco así, vendiendo mis propios bolsos me di cuenta de que lo que realmente me gustaba era moda. 

¿Pero tenías algún conocimiento previo? 
Mi madre ha cosido toda la vida, tenía un taller de confección y arreglos en Pamplona y yo he cosido con ella desde pequeño. La idea de empezar con un bolso fue porque era lo más sencillo de hacer. Con la ropa, y el tema de las tallas, es todo más complicado, pero un bolso sin embargo lo puede llevar cualquier persona. Y así empecé, con la idea de hacer complementos. Siempre he pensado que el complemento como que te completa el look, siempre me ha gustado, la verdad. Le di vueltas y cuando vine desde Argentina cree la marca. 

Así que viniste desde Buenos Aires con la mochila bajo el brazo.
Con este diseño exactamente no. Venía con la idea de arrancar, pero fueron años duros. Después de estudiar, estuve cuatro años viviendo con mi madre y ella no entendía que después de hacer cine quisiera ponerme a coser. Pero yo le decía ten paciencia mamá, que esto va a funcionar, ya verás. Y entonces di con esta mochila. Fui a una feria en Pamplona, me llevé 20 unidades, y las vendí todas el mismo día. Y dije, ok, esto es, por aquí van los tiros.

Mi marca lleva mi nombre, y para que te sientas orgulloso de algo, tienes que ser consciente al cien por cien 

¿Por qué decides venirte a Madrid?
Porque Pamplona se me quedó pequeñito y porque tampoco ya quería vivir con mi madre (risas). Yo venía mucho a Madrid a comprar materiales, y cada vez que venía veía que el proyecto era más viable, los alquileres eran más baratos en esa época y cuando tomé la decisión, alquilé el local en Lavapiés. Lo que sí que hacía desde el principio para poder financiarme era vender a tiendas. Ya lo hacía estando en Pamplona, yo iba presentando mi marca y dejando mochilas en depósito, y les decía, mira, si las vendes genial, y si no, pues me las devuelves y listo. Y al ver que la cosa funcionaba, que la cosa estaba yendo bien, fue cuando dije pues vete para Madrid, 'sin remordimiento' (risas).  

Y ya tienes tres tiendas.
Sí. Empecé en la tienda de Velarde, que ya está cerrada. Luego también tuve una barbería, El Señorito, que tuvimos que cerrar en pandemia. Y luego ya abrí la de la calle Mayor, la de Moratín y la de Desengaño. Lo último ha sido la tienda de Barcelona, que abrimos en junio de 2023. Y ahora queremos abrir en Sevilla y Valencia, pero todavía estamos viendo, antes tenemos que recuperarnos un poco. 

Los materiales que venías a comprar eran tejidos reciclados, y esa conciencia de sostenibilidad la defiendes desde tus inicios.
Sí, y al principio era muy difícil, había mucha desinformación. Y la sigue habiendo, no es fácil encontrar materiales reciclados, imagínate en esa época. Además, te vendían materiales reciclados a precios altísimos. Pero mi marca lleva mi nombre, y para que tú te sientas orgulloso de algo, tienes que ser consciente al cien por cien, porque si no, estaría fabricando en China. 

Lo dices porque es más barato.
Claro. Siendo honesto, yo me llamo Daniel Chong, y a la marca le puse ‘Made in Madrid’ para que no se asociara a lo ‘hecho en China’. Para nosotros es un valor decir ‘mira lo que hemos conseguido manteniendo el nombre y concienciando a la gente'. Para mí la calidad es muy importante. Primero porque da mucha más durabilidad y segundo porque hay que ser consciente. A nivel personal a mí me apasiona. Cuando voy a las fábricas y me explican cómo está hecho, cómo se recolecta la botella, cómo la limpian, cómo le quitan la etiqueta, cómo se convierte en microplástico, cómo sacan la fibra de nuevo… El proceso es chulísimo. Es cierto que para el mundo marketing esto viene de puta madre y ahora son muchos los que hacen ‘green washing’, pero se ve a leguas. Nuestro compromiso es ser ‘carbon negative’. Reforestamos precisamente para completar el ciclo de vida de la prenda, porque es verdad que somos una empresa pequeña, que fabrica en España y con materiales sostenibles, pero aún así contaminamos. O sea, cada persona individual ya contamina, así que imagínate una marca. 

Prendas reconocibles, líneas sencillas, con muchos colores, todo prêt-à-porter 

¿Cómo surge la idea de dar el salto a la pasarela?
El proceso creativo es el mismo que el de hacer mochilas, ese sello de identidad de mezclar colores, como un patchwork, y de combinaciones infinitas, es lo que he querido llevar al mundo de la moda, a lo textil. Lo vamos a fabricar en Portugal, que está aquí al lado y por tanto sigue siendo cercanía, y tiene una industria bastante potente. Por medio de ACME hemos encontrado un par de proveedores que nos permiten realizar ediciones limitadas a partir de unas 50 prendas. Hemos querido que sean piezas reconocibles, líneas sencillas, con muchos colores, todo prêt-à-porter. Vamos a ver qué tal se nos da.