Sarah Jessica-Parker se quedó prendada de esta tienda de ropa de segunda mano y prendas vintage. La mayoría procedentes de Estados Unidos, que nos llevan directos a otras épocas y otras ciudades muy de película made in USA.
Es increíble como entre sus escasos metros cuadrados, podemos encontrar reliquias, vestidos de época, botas cowboy y sudaderas muy yanquis. Pero si tenemos que elegir entre todas las prendas, sin duda, hay una que atrae todas las miradas, incluidas las de Sarah: un vestido de novia confeccionado en chantilly, en el Chicago de los años 30. Lo que no sabía la actriz neoyorkina era que el vestido forma parte de la colección privada de Arantxa Martí, su propietaria, y solo sale de la tienda para producciones de cine o televisión. Pero no está a la venta.
Lo que sí vende son rarezas como un modelo de la diseñadora americana Laura Ashley de dos piezas, fechado en 1920, con falda de tafetán y cuerpo de tapicería que perteneció a una actriz de teatro de Nueva York. O unas crazy jacket originales de las Olimpiadas de Seúl 88 que pertenecieron al equipo abanderado de EE.UU. Y están nuevas, a estrenar, con etiqueta y todo. Igual que unos kimonos japoneses hechos a mano en seda, que por tener tienen hasta sello de autenticad.
Además de ropa, también tiene complementos: desde un bolso Loewe de los años 70 a uno de Lacoste de los 60s, con un cocodrilo de metal y más grande de lo habitual. Y mucha bisutería, como un conjunto de collar de tres vueltas y pendientes de perlas cultivadas de los años 50, o piezas de bisutería Art Decó de los países del Este hechas con cristal checo, y hasta algún que otro broche japonés.
Y todo eso sin contar su colección privada, en la que tiene verdaderas joyitas vintage. Lástima que no estén todas a la venta, porque son puro vicio.
