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Quien no tenga absurdos prejuicios ante lo gayfriendly, entrará en este agradable y sencillo localito, se hará un hueco en la barra (o en una de las dos mesas junto a la cocina), repasará los dos lados de la columna de pizarra cargada de puntos sugerentes, pedirá un vino (más que respetable su breve selección) y disfrutará de la curiosidad, juicio y mejor mano de su cocinera. Las navajas con crema de coco, lima y cilantro eran sorpresa y sabor a partes iguales. Fue un consejo de una de las camareras. Fíense.